Juan Manuel Santos. Los retos del (reelegido) presidente de Colombia (Albert Traver)

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La reelección de Santos avala el proceso de paz con las FARC

La izquierda da la victoria al presidente conservador colombiano

"El mensaje de hoy es también para las FARC y el ELN, y es un mensaje claro: esto es el fin". Son las palabras del presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, tras ser reelegido con el 50,95% de los votos, seis puntos por encima del opositor Óscar Iván Zuluaga, discípulo del presidente Álvaro Uribe (2002-2010), que obtuvo el 45%.

Perteneciente a una de las familias más poderosas de Colombia, Santos afronta ahora el difícil reto de satisfacer las demandas sociales de una izquierda que le ha ayudado a ganar las elecciones, pero al mismo tiempo mantener la apuesta que siempre le ha caracterizado por la economía neoliberal. "Corregiremos todo lo que tengamos que corregir, ajustaremos todo lo que tengamos que ajustar y reformaremos todo lo que tengamos que reformar", dijo, todo un guiño a sus nuevos aliados.

Santos agradeció uno por uno los soportes llegados desde la izquierda, que le han aportado dos de cada cinco votos. Líderes como Clara López, Gustavo Petro o Aída Avella, sindicatos, movimientos sociales, minorías étnicas, artistas e intelectuales. Durante cuatro años eran los más firmes opositores a las políticas gubernamentales, pero ahora se han unido para defender una paz negociada con las guerrillas, pero sobre todo para evitar el retorno del uribismo en el poder. Con ellos, el presidente asumió otro reto: "Que dentro de cuatro años nadie se arrepienta de haberme votado".

El flamante ganador de las elecciones deberá cumplir su principal promesa: firmar la paz con las guerrillas comunistas, poner fin al conflicto armado más largo del continente y que esta paz venga acompañada de reformas profundas en los campos de la salud, la educación , la vivienda y la agricultura. También deberá gestionar el enorme desafío del postconflicto: hacer llegar reparaciones a los seis millones de víctimas y gestionar la reconciliación y el retorno a la vida civil de unos 30.000 hombres y mujeres armados.

En su segundo mandato, Santos también intentará convencer a los Estados Unidos, los principales promotores de la guerra contra el narcotráfico, para que impulsen una reforma global de la política antidrogas que pase por superar el actual modelo, centrado únicamente en el combate. Y lo hará desde la legitimidad de ser el segundo productor a nivel mundial de cocaína, por detrás de Perú y por delante de Bolivia, y con el sueño final de ver "una Colombia sin coca".

"No fallaremos a Colombia en nuestro compromiso por la paz con justicia social y desde ahora convoco a todos para que en el nuevo Congreso, que arranca el 20 de julio, llevemos adelante las reformas necesarias para asegurar esta paz y esta equidad", dijo Santos en el discurso más izquierdista de un presidente que los colombianos recuerdan.

- Oposición feroz.

Santos, siempre más cercano a la derecha, deberá hacer estas reformas con la feroz oposición articulada alrededor de Uribe y que el domingo obtuvo casi siete millones de votos. Zuluaga aceptó los resultados, pero también advirtió a Santos que "la lucha continúa". Más contundente, y menos elegante, fue el ex presidente, que acusó a la campaña santista de haber ganado gracias a una compra masiva de votos y a la coacción ejercida por las FARC y otros grupos armados sobre los electores. "En nombre de la paz, el gobierno de Santos ha impulsado la corrupción más grande de la historia", dijo. Unas denuncias que no parece que interesen mucho a la comunidad internacional, que se apresuró a felicitar al ganador.

Y es que los resultados son un golpe difícil de digerir para el expresidente, un influyente caudillo de extrema derecha en Colombia, amigo personal de José María Aznar y George Bush hijo, que había ganado todas las presidenciales desde el año 2002 , personalmente o con sus herederos políticos.

(Ara)

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