'Las islas del tesoro' (Nicholas Shaxson). El capitalismo de paraíso fiscal

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'Las islas del tesoro' (Nicholas Shaxson)
FCE. Buenos Aires, 2014. 514 páginas
Precio: 24 €
Shaxson denuncia que el mundo ‘offshore’ está hoy en el corazón de la economía mundial

Paul Krugman ha calificado este libro de fascinante. Lo es. Las islas del tesoro, del periodista Nicholas Shaxson (Malaui, 1966), es un recorrido por el sistema extraterritorial, offshore, el de los paraísos fiscales. Un paseo en el que la tensión de los muchos relatos nunca decae porque Shaxson escribe muy bien, las historias son colosales y, además, el autor las hila todas de manera impecable, claro que eso es inevitable, porque esa es su tesis.

Y es que en su opinión el mundo offshore no es un manojo de pequeños Estados independientes, de islas exóticas –sean las Caimán, las Vírgenes o Guernesey– que ejercen su soberanía como les place. Para Shaxson, ese sistema extraterritorial que no para de crecer, ayuda a la evasión fiscal y el lavado de dinero y empuja al resto de países a recortar sus impuestos a las rentas altas y a las grandes empresas, a subirlos a las clases medias y a machacar el Estado del bienestar, está constituido sobre todo por redes de influencia controladas por las principales potencias.

De hecho, afirma el autor, los paraísos fiscales más importantes hoy no son islas exóticas, sino islas como Manhattan o ese curioso ente extraterritorial que es la corporación de la City de Londres, una autoridad municipal para una milla cuadrada con menos de 9.000 almas y con el corazón del sistema financiero británico. Un ente encabezado por un lord alcalde –no confundirlo con el alcalde del gran Londres, Boris Johnson– que no sólo promueve los servicios financieros de la City, sino también la liberalización financiera en todo el mundo.

En la City nacería en los años cincuenta, en medio del hundimiento del imperio británico, el mercado extraterritorial de los eurodólares: depósitos y préstamos internacionales en dólares fuera de territorio estadounidense y por tanto no sujetos a sus regulaciones. A eso se le sumaba que el Banco de Inglaterra consideraba que las transacciones no tenían lugar en su territorio a efectos regulatorios. La rentabilidad, claro, era mayor. Luego vendrían los eurobonos, y para algunos ese sería el primer disparo de la contrarrevolución neoliberal contra el Estado del bienestar keynesiano.

Un disparo enorme, porque los euromercados se multiplicarían. Y se extenderían desde la City a las islas del Canal. Y luego a las posesiones británicas en el Caribe, Asia y los atolones del Pacífico, lugares desde donde se podía recibir el dinero bien lavado o a través de los que se podían realizar negocios prohibidos, convirtiendo la telaraña británica, dice el autor, en el elemento más importante y agresivo del sistema extraterritorial mundial. Gran Bretaña protege bien estos paraísos: la presencia del MI6 y la CIA es muy grande en las Caimán.

El autor define paraíso fiscal como el lugar que ofrece a individuos y entidades vías de escape de las obligaciones que derivan de vivir en una sociedad obteniendo beneficios de ella: impuestos, regulaciones... Son lugares que se enriquecen socavando las leyes de otros. Hoy en el mundo, señala, hay unas 60 jurisdicciones confidenciales. Además de la telaraña británica hay paraísos europeos como Suiza, Liechtenstein, Irlanda o los Países Bajos. Y EE.UU., además de favorables leyes federales y Estados como Delaware y Nevada, tiene una zona de influencia de este tipo en sus islas Vírgenes o la zona de libre comercio de Panamá, uno de los más sucios sumideros de lavado de dinero del mundo.

El sistema offshore une hoy a todos los países y, como muestra el flujo de dinero entre el dictador gabonés Omar Bongo, la empresa francesa Elf Aquitaine y los partidos políticos y servicios secretos galos que Shaxson describe con detalle, conecta al submundo criminal, la élite financiera, la diplomacia, los servicios de inteligencia y las multinacionales. Lava dinero, permite sobornos, drena riqueza de los países más pobres y hace que Occidente pierda billones en impuestos. Crea inestabilidad financiera con ingentes sumas moviéndose en busca de mayor opacidad y exenciones y entrega pasmosas recompensas a la gente que importa.

Hoy, más de la mitad del comercio internacional pasa, en los papeles, por los paraísos fiscales. Más de la mitad de los activos bancarios y un tercio de las inversiones extranjeras directas de las multinacionales se canalizan a través del sistema offshore. Y alrededor del 85% de la banca internacional y la emisión de bonos tiene lugar en el euromercado. El sistema offshore, concluye Shaxson, es el modo de funcionamiento del poder en la actualidad.

(Justo Barranco, La Vanguardia)

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